Ampliarán el uso del potencial de la naturaleza para una economía neutra en carbono
La búsqueda de biocombustibles que desplacen a los tradicionales combustibles fósiles, en un intento más de disminuir la dependencia energética y de paliar el efecto que nuestro pasado energético ha tenido sobre el medio ambiente, ha pasado por diferentes etapas y avances hasta la actualidad, cuando ya empiezan a atisbarse los biocombustibles de tercera y cuarta generación, en los que las algas son las protagonistas. La materia prima de los biocombustibles considerados de primera generación está formada por productos agrícolas, como el maíz o la caña de azúcar, generando dilemas de tipo ético por ser también productos destinados a la alimentación. Los biocombustibles de segunda generación, producidos en este caso a base de productos agrícolas no destinados a la alimentación humana, solventaron ese dilema, aunque todavía requieren de grandes extensiones de cultivo y de una tecnología compleja para su obtención. La materia prima de los combustibles de tercera generación está formada por productos vegetales con alto rendimiento de producción de aceite por unidad de superficie, siendo éste el caso de las algas, que además presentan una tasa de crecimiento muy superior a otros cultivos terrestres. Adicionalmente, esta materia prima puede modificarse genéticamente para elevar aún más la eficiencia del proceso y aumentar la captación de CO2, dando lugar en este caso a la que se ha denominado como la cuarta generación de biocombustibles.
Tal es la importancia y la necesidad de desplazar a los combustibles fósiles que el departamento de energía de los EE.UU. recientemente ha anunciado el destino de 22 millones de dólares a 18 proyectos innovadores de I+D para desarrollar las herramientas que permitan al país convertirse en un productor líder de algas marinas y, de esta forma, mejorar su seguridad energética y competitividad económica. Estos proyectos de I+D forman parte del programa MARINER (Macroalgae Research Inspiring Novel Energy Resources) y requieren de un esfuerzo y una colaboración interdisciplinar que engloba la participación de especialistas en cultivos y cosechas, modelado computacional o herramientas avanzadas de genética y reproducción, entre otros. Uno de estos proyectos, que será llevado a cabo por la Universidad de California en Santa Barbara bajo el liderazgo de David Siegel, consiste en el desarrollo de un sistema para monitorizar, mediante el uso de vehículos aéreos y submarinos autónomos y sensores permanentes, todas las etapas de producción de biomasa a partir de algas marinas y poder evaluar continuamente la producción, el crecimiento de las algas y los factores ambientales que influyen en la salud y el rendimiento de las granjas.
Desde Norvento también apostamos por el aprovechamiento de residuos orgánicos para la producción de electricidad y calor, ayudando a nuestros clientes a avanzar en su independencia energética y a reducir su huella de carbono.