Parte de nuestro entorno, asumiendo su esencia sin alterarlo.
Podemos considerar la segunda mitad del siglo XX como la de la exuberancia de la escala en lo que se refiere a energía. La escala va asociada al impacto: visual, social, demográfico o ambiental. Y es que la generación de energía se ha producido en grandes centrales que, aunque alejadas en general de los núcleos urbanos, necesitan grandes superficies para su despliegue. La energía producida por estas plantas se transmite a través de líneas de alta tensión que han ocupado nuestros paisajes durante años.
Aunque la generación distribuida asoma aún tímidamente como cambio de paradigma, los desarrollos tecnológicos se han centrado en la reducción del coste de la energía, si bien a medida que éste empieza a ser más y más bajo los proyectos se enfrentan a otros requisitos. Arquitectos, ingenieros y científicos trabajan a distintos niveles en conseguir un paso más: que las fuentes de generación se camuflen con el entorno e incluso que la transmisión de energía sea invisible.
La fotovoltaica integrada en edificios, conocida como BIPV por sus siglas en inglés (Building-Integrated Photovoltaics), ya es una realidad desde hace décadas. Sin embargo, las tecnologías relacionadas evolucionan constantemente en busca de soluciones más funcionales, económicas, eficientes y que consigan camuflarse mejor en el entorno. Entre esas soluciones innovadoras se encuentran las células solares altamente transparentes. En esa línea, investigadores de la Universidad Estatal de Michigan han desarrollado un concentrador solar luminiscente transparente capaz de producir energía sin interrumpir la vista. Esta solución, aún en un periodo temprano de desarrollo, podría implementarse en un futuro en ventanas de edificios, coches o en pantallas de dispositivos electrónicos como teléfonos móviles.
Ya son realidad también aplicaciones relacionadas con la transmisión de energía de manera imperceptible a la vista. La empresa WiTricity comercializa tecnología de transmisión de energía eléctrica sin cables basada en el acoplamiento resonante de dos dispositivos, de acuerdo a desarrollos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Entre sus aplicaciones se encuentran la recarga de vehículos eléctricos, la recarga de componentes electrónicos como ordenadores y teléfonos móviles y la industria médica o militar. ¿Imaginas un mundo con suministro inalámbrico y ubicuo de electricidad?
Sobre ésta y sobre otras tecnologías disruptivas trataremos en nuestro blog durante 2018.