Podemos ser más ambiciosos
Los grandes desafíos de la humanidad: el cambio climático
La comunidad científica internacional ha puesto sobre la mesa los grandes retos que tiene la humanidad para conservar el planeta tal y como lo conocemos hoy. La representación de los límites planetarios por el científico sueco Johan Rockström pone en evidencia la necesidad de abordar grandes desafíos como la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos, el cambio climático con el impacto del CO2 y restantes gases de efecto invernadero (GEI), entre otros.

La primera Conferencia Mundial sobre el Clima convocada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1979, ya identificó el Cambio Climático como un problema global urgente y fue durante este evento, la primera vez en la que se hizo un llamamiento a los gobiernos a hacerle frente. No obstante, el compromiso firme para poner esfuerzos en su lucha no se concretó hasta la adopción del Protocolo de Kyoto en Japón en diciembre de 1997, en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El Acuerdo de París marcaba un hito en esta senda, alcanzándose en la XXI Conferencia de las Partes (COP21) en una nueva Convención un compromiso para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C, y para lo cual era necesario que las emisiones de GEI se redujesen alrededor del 45 % para 2030 y que se alcanzase la neutralidad de emisiones hacia 2050.
Una coalición creciente de países, ciudades, industrias y otras instituciones se han ido comprometiendo a alcanzar esas emisiones cero netas. Más de 70 países, incluidos los grandes generadores de emisiones, como China, EE. UU. y la Unión Europea, han establecido el objetivo del cero neto que abarque alrededor del 76 % de las emisiones globales.
Pero todavía estamos lejos de la senda correcta para alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050. Los compromisos adquiridos por los gobiernos hasta la fecha, los planes nacionales por el clima actuales, y para las 193 partes adheridas al Acuerdo de París, llevarían todavía a un aumento considerable de casi el 11 % en las emisiones globales de gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 2010. La humanidad necesita ser mucho más ambiciosa en este sentido.
En la Unión Europea hay una apuesta decidida para que en el horizonte 2050 se reduzcan las GEI entre un 80% y un 95% respecto al nivel de 1990. El marco de referencia lo definen:
- El Pacto Verde Europeo (2020), Se trata de un paquete de iniciativas políticas encaminadas a situar a la UE en la senda de la transición ecológica, con el objetivo último de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
- El paquete Fit for 55 (2021), más cortoplacista, que hace referencia al objetivo de la UE de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030. El paquete propuesto pretende adecuar la legislación de la UE al objetivo de 2030.
Este conjunto de medidas viene a dibujar el marco regulatorio que guiará esta senda hacia la descarbonización y que en buena medida marcará las políticas dibujadas en los Planes Nacionales de Energía y Clima (en España el PNIEC) a nivel de cada estado miembro.
La última revisión del documento del PNIEC en España fija la reducción de emisiones para 2030 de un 23% más frente a 1990, y en una penetración renovable del 42% en el uso final de la energía, llegando al 74% de representación en el mix de generación eléctrica. Estos datos se ven superados con la revisión actualmente en curso del PNIEC, que actualiza los datos al alza, con una penetración renovable del 48% en el uso final de la energía, y con un 81% en el mix eléctrico. Este aumento pretende alcanzar una mejora ambiental con el anterior, y conseguir el 32% de reducción de GEI, mejorando un 9%. El objetivo de 0 emisiones en 2050 se podría adelantar cinco años.

Gráfica 1. Reducciones de las emisiones de CO2 en España de 2011 a 2022. Fuente REE
Los sectores claves en la descarbonización
El sector energético constituye la fuente de cerca de tres cuartos (3/4) de las emisiones de gases de efecto invernadero en la actualidad, y encierra la clave para evitar los peores efectos del cambio climático. La sustitución de generadores de contaminación, como la producción de energía mediante el carbón, el petróleo o el gas, por fuentes de energía renovables, como la energía solar o eólica, reducirían drásticamente las emisiones de carbono.

Gráfica 2. Global electricity Review EU 2004 to 2022 CO2. Fuente: Ember-climate
Observando de forma global el gráfico de emisiones que se producen en la actualidad en el sector energético, hay una serie de sectores económicos clave que los gobiernos necesitan abordar:
Uso de energía en la industria (24,2%), incluyéndose en esta categoría dos sectores clave:
- Siderurgia (7,2%) y las emisiones relacionadas con la energía procedentes de la fabricación de hierro y acero.
- Química y petroquímica (3,6%): emisiones relacionadas con la energía procedentes de la fabricación de fertilizantes, productos farmacéuticos, refrigerantes, extracción de petróleo y gas, etc.
Transporte (16.2%), siendo el mayor contribuyente el:
- Transporte por carretera (11,9%): emisiones procedentes de la combustión de gasolina y gasóleo de todas las formas de transporte por carretera, incluidos coches, camiones, motocicletas y autobuses. El 60% procede de viajes de pasajeros y el 40% restante, del transporte de mercancías por carretera.
Uso de energía en edificios (17.5%), distinguiendo entre:
- Edificios residenciales (10,9%), con emisiones relacionadas con la energía procedentes de la generación de electricidad para iluminación, electrodomésticos, cocina, etc. y calefacción en el hogar.
- Edificios comerciales (6,6%), emisiones relacionadas con la energía procedentes de la generación de electricidad para iluminación, electrodomésticos, etc. y calefacción en edificios comerciales como oficinas, restaurantes y tiendas.

Gráfica 3. Global distribution of CO2 Worldwide. Fuente: European Comssion.
Iniciativas mundiales fomentando la descarbonización

Las Naciones Unidas publicaron en 2015 un plan maestro que contenía una serie de objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que, si bien no tenían carácter vinculante, pretendían orientar y homogeneizar los esfuerzos de los diferentes regiones y países para alcanzar unos objetivos comunes que pusieran fin a la pobreza, abordasen la lucha contra la desigualdad, contra el cambio climático y la degradación ambiental, así como que fomentasen la prosperidad, la paz y la justicia. El Objetivo 7: Energía, busca en concreto garantizar el acceso a una energía limpia y asequible, clave para el desarrollo de la agricultura, la empresa, las comunicaciones, la educación, la sanidad y el transporte.
Si analizamos la contribución del sector energía al cambio climático, observamos que las propuestas incluidas en el objetivo 7 tratan de abordar aquellos subsectores que porcentualmente más contribuyen a la producción de GEI:
- Fomentar la movilidad sostenible en todos los ámbitos, pero especialmente en el privado. La necesidad de fomentar la electromovilidad basada en energía eléctrica de producción renovable es cada vez más patente, fomentando el transporte público no contaminante en ciudades. Asimismo, en el sector del transporte de mercancías, donde la electrificación no resulta sencilla, el uso de combustibles sintéticos (por carretera, avión y marítimo) permitirá contribuir a la descarbonización del sector.
- Establecer ayudas y apoyos al sector industrial para avanzar en la transición energética. Un número creciente de sectores electrointensivos, en buena parte de Europa, están contribuyendo de manera significativa a la descarbonización de sus operaciones mediante instalaciones de energía renovables in situ o firma de PPAs.
- Impulsar nuevos desarrollos tecnológicos relacionados con la captura, uso y almacenamiento del carbono (CCUS), así como las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN). Industrias como la del acero y del cemento, son las más activas en este sector, y en Europa, gracias a programas de apoyo como el “Innovation Fund”, está permitiendo validar tecnologías con pilotos a escala industrial.
- Potenciar un plan de rehabilitación de edificios para reducir emisiones, apoyado en el uso de energías limpias como la energía solar, la energía hidráulica, la energía eólica o la energía geotérmica. Es una realidad en muchos países de la Unión, las medidas de eficiencia energética combinadas con el autoconsumo son una realidad que se está materializando en los distintos estados miembros (aunque con disparidad en el grado de avance).
- Regular el precio del coste de las emisiones. El primer mercado de emisiones (ETS) fue establecido por la Unión Europea en 2005 (EU ETS) y desde entonces se han expandido. Actualmente, hay 34 sistemas ETS en jurisdicciones que representan más del 55 % del PIB global y un tercio de la población y cubren el 17 % de las emisiones anuales globales. Entre otros, se han implementado en países como Reino Unido, China, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Indonesia, California y Canadá, y están en desarrollo o en consideración en otros países como Brasil, Vietnam o Colombia.
Este conjunto de iniciativas, que sumadas a otras incluidas también dentro de este ODS número 7, son vitales para abordar desde una óptica global, y fundamentales para impulsar la descarbonización; no obstante, y desafortunadamente el grado de implementación es muy desigual entre países.
Mientras los efectos del calentamiento global, con fenómenos meteorológicos extremos, siguen impactando a la población de forma recurrente, una nueva Conferencia sobre el Cambio Climático (COP28) se celebrará en Dubái el próximo mes de diciembre. Este foro se perfilará como una oportunidad sin precedentes para mantener vivos los objetivos del Acuerdo de París, y tendrá a la industria energética como foco principal. En este sentido, es vital la construcción de un nuevo sistema energético con una acción conjunta del lado de la oferta (la industria del petróleo y el gas) y de la demanda, rediseñando la relación entre los responsables políticos, los mayores productores de energía y los grandes consumidores industriales. Es la hora del cambio definitivo de una economía mundial basada en los combustibles fósiles.